BARCELONA. Elisabet Silva, de 35 años, de origen boliviano, es una de los 40.000 extranjeros que, a través de la reagrupación familiar, llegaron a Cataluña en 2007. La mujer, que aterrizó este verano en el aeropuerto de El Prat de Llobregat, abandonó su empleo en una oficina de comercio exterior en La Paz (Bolivia) para reencontrarse con su marido, Nilo, que lleva cuatro años trabajando en Barcelona.
Desde que llegó, la máxima preocupación de Elisabet es encontrar un empleo para ayudar a su esposo en la economía familiar porque con un sueldo es «muy difícil» salir adelante en la capital catalana.
«Aquí sólo soy la esposa de Nilo, pero en mi país trabajaba en una oficina de comercio exterior de una compañía textil que se dedicaba a la exportación, especialmente en Estados Unidos», lamenta la mujer.
Después de seis meses de búsqueda infructuosa pese a su experiencia laboral y dominio perfecto de inglés y castellano, Elisabet ha encontrado una puerta abierta para su inserción laboral en la sociedad de acogida. Se trata del «Proyecto Acoge» que promueve la Secretaria para la Inmigración de la Generalitat, con la colaboración de los entes locales y de diversas industrias o sectores empresariales que necesitan mano de obra, en una quincena de municipios catalanes.
La Fundación Marianao de Sant Boi de Llobregat participa en este proyecto pionero para la inserción laboral de mujeres inmigradas que vienen a Cataluña por reagrupación familiar. La entidad imparte un curso de manipulación alimentaria -básicamente para poder trabajar en en el sector de la hostelería- en el que participan diez mujeres inmigradas, entre 19 y 47 años, que proceden del Magreb (10) y de Sur América (2).
6/1/08
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