¡Alas para el 2008!
Esta mañana, una criatura alada me envió desde el cielo un sobre que entró por la ventana abierta de mi dormitorio. Tenía un sello postal extraño: era la vera imagen de Julio Cortázar, consagrada por el Consejo de Cronopios de una República nueva que se llama Harmonía Libertaria. Ya tuve noticias de este país maravilloso en harmonialibertaria.blogspot.com, que tod@s podríamos consultar con provecho. En fin, abrí el sobre y contenía la siguiente carta:
Queridísim@s:
Este año sentimos una comezón constante en los omoplatos. Al principio parecían dos picaduras que no nos dejaban dormir, que picaban, ardían, dolían y nos obligaban a pasar las yemas de los dedos en busca del origen de la comezón.
No sé si algun@ de nosotr@s fue al médico para averiguar el origen; yo sólo recuerdo que enfrenté dos espejos y al ver mi espalda me sorprendió ver que me crecían dos pequeñas astas de novillo, pero pobladas de un suave vellón como la pelusa de los pollitos o de los duraznos. Lo que al principio debió parecer un fenómeno aislado se convirtió en una especie de epidemia, en una mutación genética que nos arrastró a tod@s a una nueva realidad, a una nueva República cuyo símbolo mayor son las alas. Alas para volar, alas para imaginar, alas para huir, alas para encontrar, alas para amar, alas para reír, alas para ser iguales. Alas.
Apenas aprendimos a remontar vuelo, las cosas de este mundo nos parecieron tan pequeñas… particularmente, claro, las diferencias sociales, las discusiones políticas, los odios y rencores, las rupturas, los divorcios, la curiosa costumbre de llorar, la penosa costumbre de hacer sufrir, el absurdo sentimiento de la envidia, la compulsión por el trabajo, la avaricia disfrazada de eficiencia empresarial, la acumulación de riquezas, los celos, las ironías y sarcasmos, las palabras crueles, los sobreentendidos, los prejuicios, las indirectas, la lucha por el poder, el dinero, la gloria… Pero lo que nos pareció más pero más absurdo fue el acaparamiento de tierras. ¿Para qué disputarse decenas, centenas, miles, cientos de miles de hectáreas si ahora éramos dueños del cielo del Planeta? ¿Para qué si no hay forma de parcelar el cielo, de luchar por él como se lucha por una hectárea, por un metro cuadrado de tierra? ¡El cielo es propiedad comunitaria, pertenece a tod@s pero nadie se lo disputa!
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